Motivados por la luz: de la casualidad a la pasión

Podríamos contar muchas cosas para hacer creer que la afición por la luz nos viene desde pequeños, pero la verdad es otra: ha sido casualidad.

La verdad es que hasta los veinte y pico años, ninguno de los fundadores de la empresa tuvo relación con el mundo de la iluminación, y que cuando los primeros de nosotros empezamos, fue vendiendo bombillas de recambio en las tiendas y montando focos en una fábrica. Podríamos decir que, hasta entonces, nada de glamour.

Pero nuestro mundo, el mundo de la luz, atrapa. A lo largo de estos 25 años lo hemos hablado muchas veces y con mucha gente, y son muy pocos los que se van del sector de manera voluntaria. A nosotros nos ha ocurrido lo mismo.

Empezamos por casualidad en una tienda del barrio porque un amigo trabajaba en ella. Vendían bombillas, pero podían haber vendido sillas o grapadoras. Pero, poco a poco, el tema nos fue interesando: las fuentes de luz, las tonalidades, la luz en sí, el diseño de las luminarias, la arquitectura, los espacios…

Con cada cliente aprendes, con cada espacio disfrutas, y cuando acabas la obra y ves su resultado, sales muy motivado para enfrentarte al reto siguiente.

Hemos tenido la suerte y el acierto de hacer obras de todo tipo: pequeñas, grandes, fáciles, difíciles y algunas muy complejas; desde un piso de Barcelona hasta la Casa Batlló, la Sala XX de los Derechos Humanos de la ONU, un aeropuerto, restaurantes, hoteles, centros comerciales, etc… La conclusión es clara: no hay ninguna obra igual a otra, todas tienen su qué, de todas aprendes, todas y cada una hacen que el proyecto sea diferente al anterior, y eso hace que nuestro trabajo no sea nunca monótono.

La luz es subjetiva, la luz es vida, la luz es pasión.